Ya herido de muerte, agoniza el 2008 en un mar de intranquilidad, dudas sempiternas, consumismo desmedido, falta de valores, falta de dinero... Nada nuevo. No obstante, elevo al cielo mi copa de vino añejo y brindo por él, por un número atractivo y sensual, que nos acompañó durante todo un año, en la fallida lotería y en la hipoteca demencial, en la salud y en la enfermedad... número que todos sabíamos moriría sin descansar. Ahora llega el 2009, cargado de extraños augurios, porcentajes, cifras en rojo... letras y más letras, como una novia caprichosa, vestida de negro y bergamota, que se dispone al azar. Es pronto para juzgar la añada, pero en muchos casos tarde para enmendar. El tiempo, que lo asume todo, ya nos dirá. Mientras tanto, mantengamos cerrada la caja de Pandora y bebamos juntos hasta mermar nuestros sentidos, creamos que existe un mundo mejor, más justo, más amable... que nos depare la suerte y amor que merecemos. Y quién sabe, quizá si así lo afrontamos, con optimismo e ilusión, si fingimos creer en los milagros, el que viene sea un año mejor.
Sólo a los de buen corazón: sean felices con lo que tienen, y no dejen de luchar por aquellas metas que soñaron de niños alcanzar. Sin más.
Nelo
Nota: No tengo nada en contra del cava, pero es que mi paladar prefiere el buen vino.