Bohemia
Al abrir la ventana, alegran mi alma vespertina los dulces aromas de las fru
tas maduras y las flores que adornan la mañana húmeda. Es tan vivo el recuerdo que mi paladar saborea sin prisa las mieles del campo… Y vuelo, vuelo libre como un pájaro, buscando las gotas de rocío que aguardan calladas en la hojas de los árboles.
De pronto, tañe agudo el cristal, y despierto de mi feliz ensoñación. Elevo de forma automática mi copa y acerco a ella mis labios; el tibio elixir rubí acaricia mi boca con sutileza. El resto de comensales, permanece como ausente. Por un instante, me pregunto: ¿qué diablos hago aquí? Pero una hermosa mujer sentada a mi vera, vestida de blanco inmaculado y margaritas en el pelo, me hace salir de dudas con un cálido beso. Miro a mi alrededor: la sala carece de ventanas. Y me siento como un pequeño jilguero atrapado en una jaula de cristal.
Al abrir la ventana, alegran mi alma vespertina los dulces aromas de las fru

De pronto, tañe agudo el cristal, y despierto de mi feliz ensoñación. Elevo de forma automática mi copa y acerco a ella mis labios; el tibio elixir rubí acaricia mi boca con sutileza. El resto de comensales, permanece como ausente. Por un instante, me pregunto: ¿qué diablos hago aquí? Pero una hermosa mujer sentada a mi vera, vestida de blanco inmaculado y margaritas en el pelo, me hace salir de dudas con un cálido beso. Miro a mi alrededor: la sala carece de ventanas. Y me siento como un pequeño jilguero atrapado en una jaula de cristal.