jueves, 15 de julio de 2021

Perros salvajes

 

Perros salvajes      

Relato finalista en el 3er concurso de relatos la Revista Aguanaj, 2021



Era un niño pendenciero, de mirada aviesa y gesto retador; mal estudiante, que no zote, e insaciable respondón. Acudía a clase cuando le daba la gana, en tres ocasiones lo llegaron a expulsar…, pero con él se cumplía el ratio que necesitaba el colegio para seguir recibiendo subvenciones del Estado, y a los pocos días regresaba con fuerzas renovadas.   

“Por ese camino, nunca llegarás a ser un hombre de provecho”, solía advertirle su tutor. “No pretendo ser carnaza de nadie, solo vivir a mi aire”, se mofaba el otro, con arrogante impasividad, comparándose con una alimaña enjaulada entre cuatro paredes.

No he conocido rapaz más orgulloso de sí mismo. Sus orígenes humildes no lo amilanaban, y tampoco excusaba la falta de dedicación al aprendizaje con su labor en la granja donde sus padres le obligaban a trabajar hasta que se ponía el sol.

Pasó el tiempo y, tras graduarse por los pelos, se dejó crecer la barba. Pero su actitud no mejoró un ápice. No había vicio que pasara por alto ni reto al que no se enfrentara; como aquella vez que soltó una cabra en plena misa y corrió detrás de ella ladrando como un perro salvaje. La apuesta le salió cara: diez azotes en la plaza. Eso sí, llegó a ser el pastor más famoso de la contornada, y como premio se llevó el beso de Juliana, la muchacha por la que suspirábamos todos.

Los tenía bien puestos, nadie lo dudaba... Hasta que tres años más tarde estalló la guerra. Esa primavera llegó al pueblo un grupo de soldados con orden de reclutamiento para todos los que habíamos cumplido la mayoría de edad. Nadie se echó atrás –en realidad, no nos dejaron otra opción—, salvo él. Ni corto ni perezoso, tras negarse a estampar su firma en el listado, y consciente de que pronto llegarían a su casa para intentar convencerlo con malas artes, se echó al monte con dos cabras, un cuchillo y una manta.

Algunos lo tacharon de cobarde, otros de traidor. ¿Cómo imaginar que luchaba por una causa personal? Las autoridades lo declararon en rebeldía y encarcelaron a sus padres en venganza, acusándolos de alimentar a un fugitivo y ocultar su paradero. Aquello despertó toda la rabia que albergaba en su interior, pero también su espíritu tenaz y combativo. Quizá no entendiera de leyes, aún menos de política, ni mostrara simpatía o aversión por ningún bando, pero sabía bien quién era su enemigo y no descansó en su empeño por recuperar la libertad arrebatada, llevándose por delante a todo el que fue en su busca e incluso participando en un malogrado asalto al cuartel de la guardia civil, para liberar a un amigo que había sido encarcelado por bocazas.

Lo fusilaron una fría mañana de principios de septiembre, tras los muros del camposanto, junto a dos milicianos que habían seguido sus pasos. Nunca encontraron los cadáveres; sabe Dios dónde fueron a parar… Sin embargo, su memoria perduró como testimonio de aquellos tiempos aciagos, porque guerrilleros como él nacen uno de cada mil. El perro era su apodo, y así lo recordamos los pocos que sobrevivimos a aquella década oscura y siniestra que partió España por la mitad.

Descanse en paz.

 

lunes, 8 de febrero de 2021

Entrevista en el canal literario de Cris Cassi.
Gracias por estar.
Nelo
Si te resulta interesante, no olvides darle 👍🏻 al video en Youtube.
¡Nos leemos!





jueves, 26 de marzo de 2020

El muro


El muro

Relato incluido en el recopilatorio "Hasta que la muerte nos separe"
Disponible en amazon, Casa del Libro, Corte Inglés y Fnac



Medio depósito de combustible, una recortada de doble cañón, cinco cartuchos, una bolsa de patatas fritas, cuatro cervezas y media botella de whisky. Suficiente para subsistir un día más. La situación no es tan difícil como aparenta, ya has escapado de la muerte una docena de veces en lo que va de año. ¿Recuerdas cuando te cargaste a siete de esos cabrones chupa-sangre a plena luz del día? ¿Quién te iba a decir que el sótano de aquella granja abandonada sería un auténtico bunker, con comida y bebida para varios meses? Gente previsora… Y ayer, sin más, el Mustang rojo, con la tapicería de piel blanca, climatizador y reproductor de mp5 aparcado en la cuneta con las llaves puestas. Eres un tipo con suerte, un protegido del azar.
Pero todo se acaba. Y hay que continuar.
Pierdes la mirada en el horizonte policromado. La carretera parece un interminable río de lava; el cielo, una gran losa de mármol blanco veteada de nubes rojas y rachas de humo gris. Entre ambos, fluctúa la inestable elipse de luz en que se ha convertido el sol.
Puto sol. Lo odias, pero lo necesitas; sin él ya estarías muerto hace mucho tiempo.
Tratas de no pensar en nada, olvidar el desastre que originó el cambio climático: la desertización en el norte de Europa, las inundaciones en zonas áridas, las explosiones nucleares; en definitiva, todo lo vivido... cuando, de pronto, sientes que algo se desliza por tu labio superior. Palpas. No parece sudor. Miras tu dedo: es sangre. Abres la guantera y comienzas a buscar un pañuelo con el que poder limpiarte la nariz.
En ese mismo instante, suena la radio.
¿Cómo es posible?... Sorprendido, ajustas el dial. ¿Dónde estás? ¡Vamos, vamos, hija de…!

“Buenos días, ciudadano de N.T. Para ti, Radio Esperanza, la mejor música de la historia”, anuncia una voz aterciopelada.

¿Se trata de un hombre o una mujer?, te preguntas... Imposible saberlo.
A continuación, suena The End, de The Doors.
Y sonríes eufórico. De nuevo, el azar juega a tu favor. ¡Qué cabronazo! ¡Eres el mejor! ¡Sí!, ¡sí!
Golpeas el volante con ambas manos para celebrarlo. Terra Nova sólo queda a media jornada. Ya tienes un destino, una meta. Y, lo más importante, no estás solo en este infierno. Algo de compañía no te vendrá mal después de tantas semanas a la deriva, de tantos muertos, de tanta mierda. Quizá puedan ayudarte, o al menos explicarte todo lo que ha sucedido. Hay tantas preguntas sin respuesta que te gustaría compartir…

Anochece. La misma aurora boreal de ayer: un inmenso tapiz esmeralda a pinceladas violeta. Es un espectáculo fascinante, pero al mismo tiempo aterrador. Sucede a menudo desde la última explosión en las capas altas de la atmósfera, ¿hace ya dos, tres años?... Qué más da.
Apenas unos minutos después comienza a descubrirse un extraño fulgor anaranjado sobre las montañas de enfrente. “¿Serán las luces de Terra Nova?”, te preguntas. También podría ser un incendio. Pero la luz no fluctúa, y descartas dicha opción.
En tus ojos asoman lágrimas de esperanza. Aumentan rápidamente tus expectativas, tus ilusiones, tu ansiedad. Suspiras hondamente… Intentas controlar la situación, recuperar el ritmo de tu respiración… Entonces, la música termina de forma súbita. Tras una breve pausa, habla el locutor, o locutora:

“Buenos días, ciudadano de N.T. Para ti, Radio Esperanza, la mejor música de la historia”. Suena The End, de The Doors.

“¡Mierda!”, exclamas con rabia, incapaz de contenerte.  “¡Era un bucle automático, sólo eso: una jodida grabación!”
Frenas en seco. El coche se desliza unas decenas de metros por el asfalto antes de detenerse en medio de la carretera desierta. Y paras el motor. Un fuerte olor a goma quemada invade el espacio que te rodea. Late con furia tu corazón, palpitan tus manos, tus pies; tu estómago se comprime; tu nariz sigue goteando sangre.
Apagas la maldita radio y diriges la mirada hacia el asiento de atrás. La escopeta sigue ahí, aguardando una decisión postergada a diario: cada amanecer, cada tarde, cada noche.
No sabes qué hacer, cuál será tu próximo paso. Solo tienes una certeza: se acabó tu suerte. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, el azar se ha vuelto contra ti. Pero ya no hay vuelta atrás. Porque detrás ya no queda nada.



martes, 17 de marzo de 2020

No es tiempo para cobardes

Resultado de imagen de anciano caminando
















Ante las declaraciones institucionales de ciertos mandatarios de países mal llamados "del primer mundo”, pidiendo a la población que acepte el hecho de que sus seres queridos van a morir para que la economía se resienta lo menos posible, me siento obligado a dar mi opinión al respecto:
Me parece cínico expresarse en esos términos, que denotan una absoluta falta de empatía, respeto y responsabilidad moral. Dejar morir a una persona o presumir su muerte por descarte, solo porque su sistema inmunológico sea frágil, es un acto egoísta y un sacrificio inútil, estúpido e incoherente.
Jamás participaré en esa purga, ni la aceptaré por omisión. ¿Cómo dejar a un lado a aquéllos que nos dieron la vida, que lucharon por nuestros derechos para hacer de éste un mundo mejor? Tardaremos más en superar la crisis (está claro que no actuamos con la celeridad que deberíamos, pero también que el modelo económico actual no funciona y se debería revisar), pero saldremos de esta, con dignidad y sin bajar la cabeza. Porque el verdadero valor de las personas está en su humanidad. Si tengo que limpiarme el culo con un canto rodado, lo haré. Me mancharé las manos de mierda, pero no con sangre. Somos lo que hacemos, y los hechos forman parte de la herencia de nuestros hijos.
Que el dinero, ya lo decía mi abuelo, viene y va...
*
Gracias por estar

Nelo

sábado, 4 de enero de 2020

La canción del nómada

😍 Ya tenemos aquí "La canción del nómada" 🕵️‍♀️en su versión digital. De momento puede adquirirse en Fnac y amazon (también versión papel). Pronto estará disponible en otras librerías de la red.
Libro 3º y último de la trilogía del detective Dani Franco.
Cojan el pasaporte y preparen la maleta, porque están a punto de embarcarse en una procelosa aventura que les llevará por aire, tierra y mar desde la ciudad de Buenos Aires a Tel Aviv, pasando por Madrid, Valencia y Beirut.
"...el viento comenzó a soplar con una fuerza desmedida, levantando minúsculos granos de arena que arañaban su piel como agujas envenenadas, colándose por cada orificio de su cuerpo y resquicio de su ropa. La temperatura descendió en picado y el horizonte desapareció bajo una inmensa cortina de color pardo rojizo que avanzaba hacia su posición como un tsunami, arrastrando literalmente las dunas que encontraba a su paso y alimentándose de ellas."
Gracias por estar.
Nelo