Y fue llenando el profundo vacío de la hoja en blanco con palabras que no significaban nada, hasta que una noche de absenta y luna nueva quedó atrapado en ella. Entonces llegó la araña...
Y cuando al fin se abrieron las puertas del Infierno, en el ajado rostro del suicida se dibujó una estúpida sonrisa triunfal: -¡Gracias a Dios!... –suspiró placenteramente, y dejó caer al suelo su pesado abrigo de esquimal.
5 comentarios:
Anónimo
dijo...
Pues el relato es muy breve pero tiene su miga. Ro.
Bueno, Maite, compañera... Primero gracias por pasar. Se trata de una ironía. Toda la vida en el hielo y cuando muere le consuela ir al infierno por aquello del calorcito. Un brazo Nelo
5 comentarios:
Pues el relato es muy breve pero tiene su miga.
Ro.
Nelo: Juegas con la ironía de manera magistral. Da gracias a Dios por entrar al infierno, y otra: para un esquimal, el infierno es el cielo, ja, ja,
Un abrazo,
-Saludos, anónimo. Espero tu regreso.
-Blanca, compañera, desnudaste a la perfección mis intenciones! Un abrazo.
Nelo
Quisiera agradecer tu comentario.
Pero sólo puedo decir que no entendí nada, tan compacto el secreto que ni lo vi.
En fin es el mircrorelato más escueto y difícil de entender que he leído nunca.
Aunque reconozco que uno sabe que el protagonista pasará calor, que gusto.
ajajajajajajajaj...
Chao!!!
Bueno, Maite, compañera... Primero gracias por pasar.
Se trata de una ironía. Toda la vida en el hielo y cuando muere le consuela ir al infierno por aquello del calorcito.
Un brazo
Nelo
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