La reciente muerte de Adolfo Suárez me ha hecho viajar en el tiempo hasta el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Entonces yo solo tenía once años, pero recuerdo, por las grabaciones que ofreció el telediario, que casi todos los diputados que estaban en el hemiciclo cuando entró el Teniente Coronel Tejero, se escondieron tras sus respectivos escaños al oír los disparos. Solo tres no se doblegaron: Adolfo Suárez, el vicepresidente Gutiérrez Mellado y el secretario general del PCE Santiago Carrillo. Y, por algún motivo, la acción de esos tres hombres quedó grabada de por vida en mi memoria.
"Ha muerto un valiente", fue lo primero que pensé, al margen de consideraciones políticas, cuando escuché por la radio la noticia del fallecimiento del ex presidente. Desde aquí, mis respetos a la familia.
"Ha muerto un valiente", fue lo primero que pensé, al margen de consideraciones políticas, cuando escuché por la radio la noticia del fallecimiento del ex presidente. Desde aquí, mis respetos a la familia.
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