La ciudad dormida
La noche que te perdí llovía lánguidamente; vaho en los
cristales, música de Wagner y mi pincel robando el blanco a un lienzo
inmaculado. Nuestra ropa en el suelo, la silla, la mesa de trabajo… Tu cuerpo
desnudo recostado en el diván, iluminado por una tímida luz de gas.
Creía en ti. Eras mi musa, mi inspiración. Y tú confiabas
en mí. Por eso dejaste que, en una pausa intencionada, colocara alas en tu
espalda, entre susurros, caricias y besos. Luego encendí dos pitillos y me
acompañaste hasta la ventana.
No esperabas que te arrojara al vacío oscuro y frío de la
noche, ¿verdad?
Yo solo quería que volaras para mí. Pero caíste. Te
quebraste en el pavimento como una muñeca de porcelana. ¡Qué gran decepción! Solo
eras una mujer de carne y hueso, un boceto, una farsa que ha dejado un corazón
vacío, el mío, y mi estudio sumido en el silencio de las noches yermas, un
desierto al mediodía…, una ciudad dormida.
Manuel Pérez Recio
5 comentarios:
Impresionante. Merecedor del premio.
Enhorabuena.
¡Pasmao me has dejao, Nelo!¡Qué imaginación, qué arte! Merecido galardón. Enhorabuena.
Agradezco mucho vuestras palabras, compañeros. Un fuerte abrazo.
Si señor, Nelo. Precioso cuento. Me encanta esa frase final de la ciudad dormida. Enhorabuena y merecido premio.
Gracias por tu opinión, compañero Sergi, siempre muy valiosa para mí.
Un abrazo!
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