miércoles, 27 de octubre de 2010

Por todos los santos...

Y llegó Halloween, con el marketing propio de la sociedad de consumo; calabacitas luminosas, cráneos de plástico, gatos negros de poliéster con leds en los ojos, disfraces de seres del inframundo..., la mayoría de productos, enfocados al público infantil y juvenil; todo un filón comercial. Parece que su origen está relacionado con una festividad celta, el Samhain (fin del verano), propia de Irlanda y Gran Bretaña, y tiene que ver con el fin de las cosechas y el comienzo del “Año Nuevo Celta”, que se inicia con la estación oscura, donde los espíritus de los antepasados tenían más fácil la entrada a nuestro mundo. Pero claro, siempre podía colarse un espíritu malvado, de ahí los disfraces para evitar ser identificado como un simple mortal al que robarle el alma o merendarse su higadillo.

Parece absurdo que una fiesta pagana haya arraigado tan fácilmente en nuestra cultura, de tradición cristiana. Algo maléfico media ahí... Algunos sectores de la iglesia cristiana la critican, y no sin razón, pues desde su perspectiva entiendo que vean inconveniente e incoherente este cambio de chaqueta de los parroquianos, dado que Halloween está muy cerca de ser un rito satánico (no duden que hay quien se lo cree). Parece que lo prohibido, lo oscuro, lo perverso... llama mucho la atención. Inherente a nuestra naturaleza, supongo.

En fin, los que no creemos más que en la conciencia del hombre, nuestro equipo de fútbol y la paga extra de navidad, disfrutamos igual de esta fiesta importada como de las fiestas patronales de nuestros pueblos. Bueno, igual no, a mí me queda un regustillo a extraño.
Si es que, en verdad, sólo nos interesa la felicidad, y como propósito reír, cantar, olvidarnos de la crisis… y consumir una vez más. Yo, para mí, sólo gastaré en vino.

Nelo

4 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

"Yo, para mí, sólo gastaré en vino"
Yo también, Nelo, y más siendo mi cumple, ja,ja,ja, 27 tacos ya.
Ahora en serio: no celebro esa extraña tradición, es más: la odio por ser una noche de excesos y atentados conttra la propiedad:amparados por las mácaras, la gente pinta coches y paredes, rompen vitrinas y queman contenedores de basura.

Es un paso más en la colonización cultural a la que estamos siendo sometidos tras la implantación de la hamburguesa del Mac Donals, Papa Noel, la Coca cola, los vaqueros y el idioma inglés.
¡Con la riqueza cultural que tenemos nosotros!
Eso sí, los negocios de máscaras y disfraces se montan en el euro,en detrimento de las flores.
Yo, ni unas ni otras, prefiero gastármelo en familia con una buena comida.Un abrazo

Nelo dijo...

Así que 27, ¿eh Juan?...
¿Cuándo empezaste a contar hacia atrás? Ja,ja,ja.
Brindemos por ese cumpleaños feliz, al estilo peninsular, con tinto de la tierra.
Salud
Nelo

pepsi dijo...

¡Hola, Nelo! Cuánto tiempo que no pasaba por tu blog.

España no es que sea muy grande, pero sí variada. En el Norte sí que se ha celebrado siempre esta fiesta con calabazas y disfraces. Recuerdo de bien niña que mi padre nos vaciaba una calabaza y le ponía la vela. También nos fabricaba dentaduras terroríficas con mondas de naranja, y sí, a jugar a dar sustos. Todo muy casero y no con los medios que hay ahora, pero qué rico el flan de calabaza de mi mamá y las pipas tostadas.

Es muy bonita la tradición de las representaciones del Tenorio, los huesos de santo, etcétera, pero hay más.

Besos,
pepsi

Nelo dijo...

Gracias, pepsi, siempre ilustrada con alegre paleta de colores!
Cierto lo que comentas, y qué atractivo entonces, que las tradiciones no tenían precio, en el aspecto más literal de la palabra.

Un abraso de calabasa.
Nelo