lunes, 16 de febrero de 2015

De sombras y penumbras

Es el primer libro que leo, Señoría. Y será el último, créame; por lo menos de ese autor. Espantado quedé. "Léelo, léelo, ya verás como te gusta...", insistía mi mujer, guiñándome un ojito, cada noche al acostarnos. Soy hombre de pocos cariños, lo reconozco, pero uno hace lo que puede. Así que verá, como yo eso del ebook no lo entiendo y no encontré la película en el videoclub -lo mío es la paleta, el martillo y el escapre, ¿me comprende?-, pues lo compré en papel, en el rastrillo de los domingos, a un tipo muy callado que monta un tenderete de libros usados entre el puesto de sellos y el ferretero.
Al empezar ya me parecía un poco raro, pero me esforcé y lo leí de cabo a rabo. Luego hice lo que se supone que debía hacer. 
...Con lo que me costó que le pintaran su retrato, para que luego me lo estampara en la pared tratándome de pervertido, y fue lo más liviano que dijo. Y eso que me disfracé de diablo cuando se lo regalé en nuestro aniversario, con cuernecitos y todo. Esperaba una noche de juerga, entiéndame; cosas de marido y mujer. Pero la tuve de morros un mes.
El retrato de Gray, Las sombras de Grey... Se parecen tanto los títulos... ¿Qué iba yo a saber? 
Y ahora, dígame, ¿se merecía o no se merecía el librero una buena somanta de palos?

Nelo

Con el permiso de Dorian Gray.

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